Entonces te vi y te miré a los ojos, me sentí realmente bien, estaba exultante. Noté como vibraban en mí millones de sensaciones. Fue como multiplicar infinitas veces el mejor colocón proporcionado por la más pura de las drogas.
Eras realmente…Real? No sé si estabas allí o si eras fruto del aburrimiento, el cansancio, de mi gran capacidad inventiva o de mi odio por la monotonía.
Cerré los ojos, me mentalicé y decidí que jamás olvidaría ese momento. Jamás me olvidaría de ti; de ese fotograma: Tú, yo, el mundo y poco más. Tan simple y tan desconcertante. El mar y la luna. Lágrimas, amor y arena. Pensé en fresas, champagne y burbujas. Una idea pueril.
Me lamentaba una y otra vez. Sabía que me arrepentiría de muchas cosas. Sobre todo de aquel silencio. Un silencio que ponía los bellos de punta y aguaba los ojos. Un silencio que encogía el alma y tintaba de negro la conciencia. Un silencio que llenaba de pena.
Sabía que podías romperme el corazón y no osaba correr ese riesgo. Odio no quererte, odio no tenerte, odio llorar, odio odiar, odio odiarte… No logro olvidarte y es una agonía continua, es un amor imposible, y es una maldita fantasía.
¿Cómo quererte y perderte, si quiero perderme en ti?
-Relato de Rajoy -
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